Ahora que ya sabes cómo acaba todo, puedes contártelo, falseando algunos hechos —historia hecha relato—, dejando fuera otros, que lo estuvieron siempre —y fuera quedarán mejor—, ponderando dos o tres en busca de un efecto, omitiendo los nombres que fueron a veces acusaciones en sí mismos y deben otras ser anónimas celebraciones.
Ahora puedes hacer todo eso y después, si el resultado es convincente, o presentable al menos, ponerle un título adecuado, sencillo y fraudulento: Memorias de un amnésico, Mi vida tal cual fue.