Tinta en la medianoche nº8, de varios autores
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Descripción
Instrucciones para andar en la ciudad
Palpar la cuerda.
Palpar la cuerda para no perderse en las encrucijadas.
Notar la humedad.
Notar la humedad en los zapatos y dentro de los ojos,
eso que invoca al peso de las almas
a concentrarse en los puentes.
Pensar en paralelo.
Pensar en paralelo como los raíles
y mirar en diagonal
a quien está postrado en la acera, a la manta,
al brik de vino, al perro,
soy una mierda,
más me valiera no haber nacido.
Escuchar la sinfonía de los parques.
Escuchar la sinfonía de los parques ahorcando pájaros
y capando a mordiscos las yemas de los tilos.
Cruzar pórticos.
Cruzar pórticos y proceder en los altares buscando sosiego
como una Dido errante vagando entre las sombras.
Tragar saliva.
Tragar saliva al preguntar
al camarero de una plaza entre palacetes
¿metraesunatilaconcicuta?
disculpe, ¿un tequila?
nounagilda.
Vivir un rato en los museos.
Vivir jirones de siglos en delantales con escamas,
en cestos llenos de escoria.
Frotarse los pechos.
Frotarse esos dos ángeles de carne abandonada y
ponerse en el pellejo de las hembras que aprendieron a quemar las velas.
Querer gustar a la ciudad que canturrea
soy una caja, soy un zoo, soy una carpeta…
aquí siempre hay sitio para una bestia más,
como en los listados de Dios.
Comprobar que llevas puestas las alas
sabiendo que no hay manzanas de oro en la oscuridad.
Contar los dedos que te quedan en los pies,
paloma enferma.
Y palpar la cuerda, palpar la cuerda, palpar la cuerda.
poema de Miren Agur Meabe, incluido en el número 8 de Tinta en la medianoche