MAHSATI, dama de la luna. magrebí serena, ojos negros de negrura, de una Tanger ennoblecida, por culturas, que responden a una ciudad perdida en su tiempo vencida por occidente y soldadesca aviesad de guerras y batallas, incomprendidas, que sueña, con esa España perdida, ese pedazo de tierra de su mapa, con el que sueña Mahsati, para salir de su pobre miseria, que la agobia, la asusta y ennegrece, con oscuros presagios de su otra vida, callada, sumisa al haren de un califa, teñida de sangre y miedos, complaciente con el amo, que esclaviza su pensamiento, con la holgura de otras vientos, de otros Dioses que acompañan, sus aires de libertaria, con los que sueña Mahsati, en esa noche clara, en la que decidió ser ella misma y cruzar ese estrecho, en el que pensó hallar, la libertad tan amada, y temió por su regreso.
Consiguió su ideales y sus ansias, con mucho esfuerzo y teson, y esa España acogió y adoptó a esta magrebí honesta y honrada, que con humilde trabajo y honra, cambió su califato de Tanger, por un ideal de persona, casada por lo civil, sin dejar a Mahoma, dejando burkas y pañuelos, califatos, harenes, y huris, para occidentar sus cualidades, y ganar como mujer y persona, esa dignidad olvidada, por tantas y tantas abominaciones, como las olvidadas por Mahsati, y recordadas en su bello nombre.