Allá, el Teide, quieto, en pie difumina en la niebla sombras y preguntas
Crece el olor a luz. En el aprisco tropieza y se incorpora una pezuña ante curiosidad que no sujeta ¿Querrá exhalar el alba? El rojo proyecta la mirada, espera. El sol respira sobre el mar y expande una sonrisa.
Al otro lado el agua entre platas y grises. La oscuridad se esfuma ¿adónde?
La savia despereza entre las hojas y todo se dibuja por instantes. Ya arranca el ruido y hierve en el poblado. Ya trepa el humo. El guanche, tranquilo, amanece.