ESTOS TACONES QUE SUENAN anuncian la llegada de mil pasos, y esos niños que gritan cierran con sus voces hasta mañana las verjas metálicas de un colegio. Aquella calle nunca está desierta, y esa ventana permanece durante toda la noche iluminada por una bombilla de sesenta watios. ¿Quién vive en la casa de enfrente, el edificio de cuatro alturas y azotea? Los ladridos en la escalera traen la furia de un perro, y el movimiento de la cadena del wáter impulsa una catarata doméstica de agua. Como si nunca fuera a volver, salgo ahora con la bolsa de mis medicinas, el repuesto de gafas, la bolsita de mis caramelos…, y la acera desierta es un hospital vacío que solo admite urgencias.