aún no se ha hecho a sí mismo. permanece en un exilio inconclusivo, refugiado en los moteles, atrincherado de alquiler. se habita,
deshace las maletas y se descompone en el interior de un endriago de arterias de neón. anhela el aire que respira en un celibato etílico, y se cubre de herrumbre su piel mientras el mundo llega a su fin y deja escrita en cada latir una poesía sistólica.