Nada alimenta más que un beso de tu boca, delicado debacle de la cercanía y a poco me sabe, sin embargo, en este refugio solitario que te invoca. Si con ligereza rodeas mi talle, absurdo será mi deseo cuando camine y te busque y no te vea, aunque te sienta a cada instante. Lo sé y lo creo. Hay un tigre agazapado tras alguna esquina que espera su momento. Habré yo de asaltarlo y enseñarle las mil formas del amor si vuelves a besarme.