La laguna interior, de Carlos Catena

XX

No puedo respirar
en las profundidades marinas
donde no llega la luz
del reposo.

Me hundo en la oscuridad
de una fosa oceánica
cuando me falta el aire
para inspirar.

Siento expirar la llama
de mi alma cansada
al soportar cada vez más presión
en este mar negro.

Ya no ansío la superficie
mas confío en llegar a Atlantis
sumergiéndome más y más
abandonado en la esperanza.

De que en una ciudad
en el fondo del mar
la luz de los corazones
haga brillar a la humanidad.

Necesitar a los demás
para tener luz propia
es la fortaleza
disfrazada de debilidad.

Lucir tus únicas galas
en cada fiesta del amor
que celebramos a diario
con un nuevo hermano.

A quien ofrecemos la mano
después de haber soltado
pues antes de decir hola
hay que decir adiós.

Reino engalanado
de luciérnagas de plata
que le llevan flores sin pecado
al vendedor de oro: el tiempo.