A veces la piel abre la puerta de la esperanza, para dejar pasar palabras sinceras. Sonidos inconfundibles de quien bien te quiere. Me siento tan afortunada, que las lágrimas se derraman con la naturalidad de un estanque bajo los efectos de una lluvia saludable. El corazón se distiende profundo y los suspiros no anuncian anhelo. Simplemente juegan con mi emoción, para impulsar la sonrisa que se dibuja en mi rostro.