Descripción
Cita en el parque
En el parque escondido dormita el chopo blanco
donde dos corazones brotan en la corteza
y exhiben la nostalgia del tiempo inanimado.
Las siluetas grabadas a punta de navaja
sobresalen del tronco como dos excipientes
de aquella primavera que detuvo el reloj.
¿Dónde está Soledad, ese amor en relieve
que atravesó la flecha doliente del arquero?
Dónde estarán las vidas que salieron del parque
para vivir su tiempo con restos de memoria.
La corteza del chopo sangra en sus meristemos
como sangran las vidas que vivieron de espaldas
sin dejar de soñarse
y buscarse en la niebla.
En el parque escondido viven los chopos blancos
la cita inevitable de un reencuentro fugaz.
Las yemas de los dedos recorren el contorno
de los dos corazones
y sienten el contacto del tiempo recobrado.
Los labios entreabiertos lamen la inconsistencia
de la razón de ser.
Las lenguas aceleran los latidos del tiempo.
Y los ojos cerrados no dan cauce a las lágrimas.
El himen de la tarde vuelve a hacerse rojizo
con la puesta de sol.
El sexo pide audiencia.
Y las manos recorren de nuevo las espaldas
con el tacto encendido del resplandor aquel.
Una brizna en el pelo delata el reencuentro
con la yerba obsequiosa que acoge a los amantes.
Los chopos blanquecinos se mecen en la brisa.
Y los dos corazones laten en la corteza
con la concupiscencia
del polvo en los desvanes.