Ha amanecido el día de mi patio bajo la niebla. Ciega se abría mi ventana.
El mediodía ha llevado mis ojos al sol de la otoñada.
La tarde avanza, suavemente pone huecos crepusculares en paredes rosadas.
Pronto oscurecerá. Esperaré a que vengas a i celda, se soledad sitiada, a que enciendas las luces de mi noche y acabe de luz en luz, en ti, Señor, nuestra jornada.