Ensancho la palabra por si fuera a alcanzarte en el rincón del día donde vives y accediese al relato donde transcurre tu presencia:
la nieve del invierno, las calles que recorres, lo que ideas, todas aquellas cosas que olvidaste, tu mirada perdida en el espejo, el río despacioso y solemne, ese gesto inconsciente de recogerte el pelo, la luz deshilvanada de la tarde en declive, mientras te manifiesta la palabra y eres la convicción irremediable que mi fe fundamenta y verifica.